sábado, 2 de mayo de 2009

VENCIENDO LOS MIEDOS

Ya sé que es un tema personal, pero es  muy rico compartir estas sencillas vivencias  que de una u otra forma nos ayudan a crecer. Vencer temores que nos acompañan desde niños puede ser una forma de aprender y ensanchar el corazón.                                          
Me explico:
desde chica  le tenía un miedo enorme a los perros. Si había ''perro a la vista'' usaba de escudo lo que encontraba. O cambiaba de vereda.
Si debía visitar un lugar donde había perros les advertía  que por favor me los alejaran  o los encerraran. Cuando era joven hubo más de un perro en mi casa pero debo confesar, que nunca me dí el trabajo de buscar cual era el encanto que tanta gente les encontraba. Yo me quedaba lejos con mis gatos. Lamento los muchos años que fui tan miope y me perdí el afecto de un perrito. Pero en fin, lo importante es que un día pasó lo que pasó.
Pero no fue de un rato para otro. Claro que no. 
Aun recuerdo el espanto que me provocó saber que llegaría un cachorro labrador a vivir a mi casa. Hace como cuatro años
 Era la perrita regalona  de mi nieta y  no podía tenerla en su casa  porque en su edificio no se aceptaban perros tan grandes. Además los labradores necesitaban espacio para correr...
Plop!!! y cien veces plop... así quedé. Antes de que me repusiera del impacto llegó a mi casa una perrita color miel  chiquita que parecía un peluche  con una nariz rosadita, pero   que corría  descontrolada de un lado a otro.  Sin importarle si era sobre mis  plantas favoritas, alfombras  o pisos limpios. Mordía los muebles y además quería saltar sobre uno  para que la tomaran en brazos. Ésto último fue lo que motivó mi decisión de que la Holy viviera en su casita pero...  ¡¡¡¡fuera de mi casa!!!!!!! Los labradores son perros inquietos y busquillas. En sus primeros años son imparables  todo le servía para jugar y lo investigaba  con pasión. Adoraba zamarrear los escobillones,  pantuflas y los cojines;  me destrozó varios. En verdad me sentía superada ampliamente por su dinámica... y recuerdo con pena , que más de una vez, pensé egoístamente que lo mejor sería que se la llevaran...pero por otra parte  mi  familia estaba tan encantada con la presencia de la pequeña loquilla, que eso me obligaba a frenar mis '' ímpetus libertarios''.
Además no faltaba quienes me hacían bromas como: '' oye, parece mentira que haya una franciscana con tanto miedo a un perrito''... y tenían razón. Lejos estaba  en ese momento de saber que para tener una mascota sana y controlada, el dueño, debe estar en armonía consigo mismo. Que lo que uno siente como persona  se lo traspasa a su perro. No sabía que mis temores y contradicciones, me impedían asumir una actitud asertiva y repercutían en su comportamiento y  salud...
No sé si fue por el frío de ese invierno pero la Holy, se empezó a enfermar de diferentes cosas. Y los veterinarios  visitaron repetidamente mi casa. Junto al miedo que le tenía, comencé a apenarme mucho por su mala salud; cada vez me sentía más cerca de ella, le preparaba sus dietas y me las ingeniaba para que tomara sus muchos remedios. Cuando la examinaban o la inyectaban  la notaba tan asustada y temblorosa, que la abrazaba y se ponía  más contenta; su mirada era afectuosa y no paraba de mover su cola . Le gustaba que la protegiera.
Un día que estuvo muy mal  y había tormenta eléctrica,  cosa que a ella le aterraba, 
 la entré a la casa con  ''camas y petacas'' y noté cómo cambiaba su actitud. Podríamos decir  que a partir de ese tiempo, su salud comenzó a afirmarse y yo me alegré tantísimo por no haber caído en la tentación de hacerle caso a mis temores. De haber perdido por cobardía y comodidad  la compañía de un animalito  alegre, vital, siempre leal; con una buena onda, que me la contagia en todo momento. Me atrevería a decir que los  perros  son  bastante más estables emocionalmente y más confiables que  nosotros los seres humanos. Los perros  sólo nos piden cariño, que devuelven con creces. Jamás podríamos imaginar que si tu perro te demuestra afecto, haya detras de esa actitud segundas, terceras, o cuartas intenciones.  Al revés de los humanos que a menudo sabemos que  lamentablemente, detras de un abrazo o palmoteo de espalda... o de  una sonrisa de oreja a oreja  se esconde demasiada falsedad u oportunismo
Ahora  en los ojos de cada perrito que veo  encuentro a mi Holy.  Especialmente en  esos más abandonados,  no puedo dejar de conmoverme y en lugar de arrancar, como antes lo hacía, le digo una palabra cariñosa y si puedo  le doy algo de comer.  
No deja de ser maravilloso:  creemos aprender sólo  de cosas,  seres y actos  grandiosos, importantes,  brillantes;  y buscando por esos ámbitos, ignoramos la riqueza espiritual y humana, que  nos regala el sano compartir con seres que nos entregan su cariño y lo expresan  con simpleza.  Quizás toscamente, pero con la belleza que brota de la sencillez limpia y sin engaños.

Paz y Bien


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