Adviento es tiempo intenso de preparación y esperanza, porque va a nacer un Niño. Es muy importante acompañar a su Madre en esta etapa. Junto a ella aprenderemos de su Fe y Alegría para el día que se acerca. El mismo Dios se hace Niño y viene a nosotros para entrar en nuestras vidas y transformarlas. No podemos quedar impávidos ante su venida. Es muy necesario organizarnos y disponer de un sitio para recibirlo cuando llegue. ¿Y qué lugar mas acogedor para ofrecerle que un tibio pesebre en nuestro corazón?
No es tarea menor dejar ese pesebre digno de ÉL. Lo mejor será alejar y sacudir nuestros pensamientos superficiales y actitudes negativas y egoístas; no dejan espacio al Amor. Cogidos de la mano de María, nos será más fácil despojarnos de nuestras oscuridades y ella nos apoyará cuando nos sintamos flaquear y nuestro pesebre no esté a la altura del Niño que viene. Él quiere que lo acojamos y acunemos para entregarnos su mensaje de Esperanza y Amor. Que lo escuchemos en silencio con cariñosa atención y pongamos su Palabra en acción en nuestro día a día.
De esta forma estaremos compartiendo su mensaje con quienes nos rodean. Nos quiere activos en la Fe, con nuestro corazón pleno de alegría con su venida y entrega. Es la Luz de su Gracia la que no debemos dejar que se apague en nuestro interior. Y preocuparnos además de que esa Luz ilumine a nuestros hermanos a través de nuestra labor y compromiso fraterno. Debemos estar atentos y vigilantes con nosotros mismos y hacer mucha oración El mejor pesebre que podemos ofrecerle es nuestro corazón y vida entregados confiada y alegrementemente a su infinito Amor y Misericordia.
Fraternalmente
PAZ Y BIEN
sábado, 8 de diciembre de 2012
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