viernes, 27 de mayo de 2011

HOGAR DE ANCIANOS: PASAJEROS EN TRÁNSITO



Todos sabemos que no es fácil envejecer. Y nos hemos encargado de crear miles de subterfugios
para mantener a raya la temida vejez.
Qué cosas no hacemos para '' disimularnos'' cuando las primaveras se nos van juntando??
Todo sirve a la hora de aparentar esa tersura y aspecto juvenil que ya no es tal. Pero nada es eterno en la tierra.
Llega el tiempo de la aceptación y la sana reflexión que nos recuerda que nadie vino para quedarse.
Nuestra sociedad siente pánico de la vejez y de la finitud de la vida. Entonces la consigna para mantenernos bien pareciera ser: ''No miremos a los viejos, déjenlos por ahí, donde se noten lo menos posible. Nosotros pasémoslo bién, disfrutemos , gocemos que después de esta vida no hay otra''
En verdad he oído infinidad de veces opiniones semejantes. Y bueno, cada cual con su visión.
Me parece muy legítima la diversidad de opiniones también.
Pero hoy - y contrariando la tendencia general- quiero comentarles la gran lección de vida que representa la experiencia de ser voluntaria en un hogar de ancianos. Y el compromiso cariñoso con que se les entrega compañía, afecto y preocupación.
Al igual que los pasajeros en tránsito de los aeropuertos, las abuelas esperan.
Esperan lo que está por venir. Ellas no escogieron nada; sólo están ahí, aunque muchas sueñan con volver a sus hogares y a sus familias que, en muchos casos ya no existen.
Oyéndolas, descubrimos que lo que desearían realmente es reencontrarse con su pasado. Como si al salir a la calle nuevamente, resucitaran los familiares que ya murieron. Y ellas recuperaran su salud y vitalidad del pasado.
En la imposibilidad de cumplir con sus sueños, las voluntarias las saludamos con mucho cariño, mientras les damos sus papillas, postres y jugos, tratando de entablar conversaciones que las motiven a comer con gusto. Gracias a Dios casi todas tienen buen apetito y disfrutan como niñas cada bocado.
Es muy raro que si las atiendes con dulzura ellas rechacen la comida. Igual hay que ser cuidadosas, porque no todas tienen el mismo gusto por determinadas comidas. Pero vamos conociéndolas de a poco y terminamos aprendiendo a darles como más les agrade.
Como cada ser humano ellas son un mundo muy particular. Es increíble descubrir la lucidez de algunas de ellas. Les encanta ser oídas con atención. Nos percatamos que si les dedicamos más tiempo, la conversación fluye muy grata y sólo necesitan alguien que les hable con ternura y respeto.
Se crean lazos afectivos muy fuertes. Pero por sanidad mental debemos pensarlas siempre, como pasajeros en tránsito.
No pocas veces al despedirnos un día, encontramos al volver que se han agravado sus dolencías o ya no están.
Sabemos por su condición que viven su etapa terminal. Ante esta realidad - que muchos rehuyen- sólo queda pedir cada día que el Espíritu Santo nos ilumine a todos. A ellas en su espera esperanzada Y a nosotras a sacar lo mejor de nuestros corazones para acompañarlas hasta su próxima pascua. Pascua que es el paso de su vida terrena a la dimensión de Nuestro Padre Dios Eterno.
Este paso es muy natural y todos lo daremos.  Este voluntariado nos muestra  además otra faceta de esta vivencia. Es muy bendecido haber sido llamadas y haber dicho sí, cuando se nos ofreció la posibilidad de servir a los hermanos en etapa terminal.
 Este intercambio fraterno nos abre el corazón viéndolas en medio de sus limitaciones y dolores físicos. Se nos despierta la necesidad de hacer más llevadero el tiempo que compartimos. Sabemos sus nombres
y  nos ocupamos de que ellas se alegren y sepan que las queremos y son importantes para nosotras. Aunque ya no tengan a nadie. Que es el caso de muchas.
Y es muy comprometida la forma como las voluntarias trabajan cosiendo ropas como servilletas grandes para que no se ensucien cuando comen; cosen sábanas y también cojincitos.
Tejen capitas y cuadrados de lana para hacer frazadas, en fin ...
Queremos que cada detalle de cariño - aunque sea modesto - las acompañe diariamente, mientras llega el gran día del encuentro con el Padre.
Sabemos que en ÉL se hará presente todo el AMOR y LUZ que les faltó a sus vidas. Y también la respuesta a su espera esperanzada.
Nosotras las recordaremos emocionadas con una oración y agradecidas de haberlas conocido y acompañado  en este lugar donde esperan estos pasajeros en tránsito, hacia el viaje más importante de sus vidas.
Con mucho cariño

PAZ y BIEN
















4 comentarios:

Anónimo dijo...

Me emocionaste, y es tan cierto lo que dices.
Todos somos pasajeros en tránsito, sólo que ellas están a punto de embarcar y están esperando el último llamado.
Qué bueno que existan Uds. las voluntarias, qué les entreguen miguitas de ternura. dios las bendiga a uds. y a las ancianitas.

carmencancino dijo...

Gracias por tu lindo comentario.
Y también por las bendiciones.
Eres muy gentil.
Bendiciones también para tí.
PAZ Y BIEN

Anónimo dijo...

Carmen: Gracias por recordarnos esta realidad, por mostrarnos este dolor, la pena del abandono, la tristeza de ver morir lo que un día de mañana fue grandioso, pero al atarder y llegado la noche nadie quiere ver,¿sabes por qué?¡nos faltan los ojos tiernos del alma!
Bendiciones por todo lo que entregas.

carmencancino dijo...

Anónimo

Gracias por todo.
Tienes mucha razón cuando hablas de la ceguera del alma.
Y qué lindo saber que aún quedan personas a las que el abandono y la soledad ajena, le importan.
Bendiciones también para tí
Paz y Bien