domingo, 16 de agosto de 2015

Nuestra sociedad no quiere envejecer. Y no mira a sus viejos.

Esta anciana que vemos aquí, vive en la calle. No sabemos si tiene algún lugar donde dormir en las noches . Ignoramos qué comerá mas rato y si alguien conoce a algún familiar que la pueda socorrer en sus necesidades. Tampoco sabemos su nombre. Tal vez ni ella lo recuerda.

Ellos son ancianos de hogares y cuentan con el apoyo de instituciones que los acogen y cuidan. 

Hace años que soy voluntaria de un hogar de ancianos en Ñuñoa Santiago, Chile. Estamos realizando este caminar por un llamado que nos hizo el Señor a servir a nuestros hermanos. Sé que hay muchas formas de hacerlo. Y las Obras de Misericordia nos recuerdan que las hay corporales y espirituales. Cuando un sentimiento te compromete los huesos y el corazón, no piensas en colocarle un nombre a lo que necesitas hacer. Sólo lo haces.  Hace casi veinte años este hogar cuenta con la presencia de estas voluntarias que acompañan a las abuelas. Muchas ya han dejado su labor por razones de salud o han fallecido.  Y claro, se nota el vacío dejado por las voluntarias ausentes. Esta vuelta  debo confesar,  que nos ha costado mucho encontrar personas que se interesen y perseveren en el tiempo en este apostolado de servicio. Hay un verdadero pánico a comprometerse con causas ajenas a nuestros problemas personales. Otras me dicen : ''es que me muero de pena ver personas tan viejitas y creo que me echaría a llorar ahí mismo.'' Francamente , no es el tipo de persona que pueda ayudarnos en este servicio.
Por otra parte están aquellas personas que se escandalizan de sólo pensar en tener contacto con ancianos. '' Darle de comer a ancianos ?? uuuufff, qué cosa mas fome'' nos dicen.
Y así siguiendo; no hay buena acogida. Sabemos que en estos últimos años muchos voluntariados han naufragado en este culto a las '' cosas entretenidas.  Somos peregrinos en este mundo y parece que el sólo acercarnos a lo que no sea '' divertido'' nos causa miedo y rechazo. Estamos mas que nada para ''pasarla bien '' y sería todo.
Y como peregrinos que somos no podemos perder de vista la finitud de la vida terrena. Nadie , pero nadie va a detener el paso del tiempo. Nadie se queda joven para siempre. Este camino llegará en su momento a la ancianidad y al cambio de etapa.
No sabemos en qué condiciones viviremos ese tiempo. Sólo Dios lo sabe.
Por mucho que nos alejemos de la ancianidad, ella nos alcanza siempre .
 Y más aun ahora que estamos tan longevos y los adultos mayores somos cada día más en este país y en el mundo. Pero que este hecho no sea motivo para deprimirnos y mirar para otro lado. Cuando estamos familiarizados con ella, visitando a las abuelas del hogar y compartiendo nuestros turnos acompañándolas, creamos una maravillosa conexión de fraternidad y confianza que difícilmente se logra arrancando de esta etapa del caminar humano.
La alegría que las abuelas experimentan cuando nos ven ahí es muy contagiosa y emocionante. Algunas ya no tiene familia y nosotras tratamos de ser esas personas que ya no pueden ir a verlas. Les conversamos y nos reimos de cosas simples como hacen los niños. Les sabemos sus nombres y como somos voluntarias les podemos dedicar un tiempo más largo para oirlas un rato más con la promesa de encontrarnos de nuevo, sin olvidarlas.
Nuestros corazones se enternecen con ese contacto humano tan simple y prístino.
Necesitan saber que  esta persona tiene tiempo para ellos. Que le importan a esa persona que los visita y conversa en algún momento del día. Que les da un abrazo de encuentro y de despedida. Ayudar a darles sus comidas con cariño y conversarles es todo lo que nosotras podemos hacer como voluntarias . Ellas valoran esta compañía y nosotras salimos agradecidas de Dios de habernos permitido acceder al privilegio de conocerlas, quererlas y recordarlas con mucha emoción cuando  vuelven a la casa del Padre.
No sé  si es mucho pedir , pero si puedes acompañarnos en esta misión de cariño a estas hermanas , tu vida también se verá muy bendecida.
El corazón late y se renueva a diario si lo alimentamos de amor y solidaridad por nuestros hermanos a quienes puedes abrazar y acompañar en el momento que más lo necesitan.

Que el Señor los bendiga a ustedes y a sus familias.

PAZ Y BIEN






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