Hermanos comparto detalles de la Misa de Ramos que nuestro Papa Francisco celebró en la Plaza de San Pedro. Rodeado de más de 200.000 fieles se mostró cercano y en su sermón usó un lenguaje llano y directo. LLamó a alejarse de la corrupción y la codicia y recordó también la real necesidad de estar cerca de los más pobres y despreciados.
El párrafo inferior relata parte de la ceremonia y nos muestra frases literales de su homilía.
“Miremos a nuestro alrededor: ¡cuántas heridas han sido infligidas a la humanidad por el mal! Guerras, violencia, conflictos económicos que han golpeado a los más débiles por la ambición por el dinero, el poder, la corrupción, las divisiones, los crímenes contra la vida humana y contra la creación”, dijo.
Francisco ha decidido celebrar la misa del Jueves Santo en una cárcel de menores en las afueras de Roma en lugar de en el Vaticano o en una basílica de Roma, donde la han oficiado todos sus predecesores.
También invitó a simples trabajadores, como los jardineros y barrenderos del Vaticano, a acudir a sus misas matinales en el hotel vaticano donde sigue viviendo antes de trasladarse a los apartamentos papales en el Palacio Apostólico Vaticano.
La misa del Domingo de Ramos, ante unas 250.000 personas que llevaban palmas y hojas de olivo en la plaza de San Pedro, le dio otra oportunidad para insistir en que desea una Iglesia católica – sacudida por los escándalos – más austera y justa.
El Domingo de Ramos conmemora la entrada de Jesucristo en Jerusalén cinco días antes de morir. Al final de la misa, Francisco se recorrió la plaza en varias ocasiones en un vehículo abierto para que pudiera ser visto por la multitud que se extendía por varias calles hasta el río Tíber.
La Iglesia hoy, como Jesús hace 2.000 años, quiere transmitir un mensaje de esperanza, “especialmente a los corazones de la gente humilde, los pobres, los olvidados, aquellos que no importan ante los ojos del mundo”.
Tras bendecir las palmas y ramas de olivo – ambos símbolos de paz – Francisco, con prendas rojas y blancas, caminó hasta el altar al pie de las escaleras de la basílica de San Pedro para comenzar la misa al aire libre.
Tal y como ha hecho desde su elección, pidió a sus oyentes que fueran optimistas mientras trabajaban por un mundo mejor.
“No seáis hombres y mujeres de la tristeza: ¡Un cristiano nunca puede estar triste! ¡Nunca cedáis al desaliento!”, dijo.
Volvió a instar a la defensa del medio ambiente, hablando de “nuestros pecados personales: nuestra incapacidad para amar y respetar lo de Dios, lo de nuestro vecino y a toda la creación”.
Cada uno de ellos son los Cristos vivos que nos piden un gesto de cariño, compromiso y cercanía hoy.
Bendiciones para ustedes
PAZ Y BIEN
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