
Han pasado dos semanas desde mi anterior comentario sobre la gripe que nos visita sin que nadie la invitara. En ese momento afirmé que : '' no me complica ni me asusta''.
Claro, a mí me pasa eso. Pero mirando a tantas personas que deben atenderse obligadamente en el sistema público de salud eso si que me complica, me asusta y me apena.
Incluso hermanos de la fraternidad franciscana no tienen otra opción de medicinarse.
Por mi parte estoy con un estado gripal-- al parecer sin apellido-- semejante a tantísimos otros vividos desde que era niña. Estoy con todos los cuidados requeridos y no deja de darme hasta complejo de culpa considerando la situación de gran parte de la población a lo largo de todo Chile.
Conozco personas de tercera y cuarta edad que arrastran males crónicos con pensiones chicas. Ellos deben continuar trabajando para alcanzar a solventar sus gastos incluidos los remedios. No todos son entregados por los consultorios.
Siento verdadera admiración por mis hermanos franciscanos que no obstante sus ''pellejerías'' y achaques no se victimizan. Jamás pierden la sonrisa y los buenos modos. Hasta le dan ánimo a los demás.
Cuando veo la grandeza de sus corazones y la sana entrega a los designios divinos y a las deficiencias del sistema, creo que me faltan demasiadas condiciones para estar a su altura.
''Mañana estaré mejor '' me sonríe mi hermana franciscana Carmencita, con una feroz y poco frecuente enfermedad a su vejiga que no le da tregua. Hoy viene llegando del consultorio donde le acaban de diagnosticar una bronquitis obstructiva.
Siempre me pregunto: ¿ cómo lo hace para estar siempre optimista y trabajar arduamente, si tiene una enfermedad incurable que la martiriza de día y de noche ?...
Es una mujer de fe que no obstante sus dolores se da tiempo para preocuparse de los demás; orar por ellos y cuidar con esmero su casa y su perrito que recogió de la calle...
Jamás pensé conocer personas tan excepcionales, valiosas y anónimas. Es toda una clase magistral de vida de esfuerzo, sinceridad y honestidad. Muy lejos de las tonterías que llenan los medios de información y de los dimes y diretes de la intrascendencia imperante.
Vidas humildes que no interesan a nadie; su luz no es visible para todos. Cuando llegue la hora de revisar mis propios dolores no me quedará otra que recordar que hay personas que teniendo tan poco dan tanto y no piden nada. Francamente... intentaré crecer y trataré de imitar muy modestamente la grandeza de la hermana Carmencita. Ella me parece un muy buen ejemplo de persona que cumple con mucha entereza y dignidad su paso por esta vida.
Cuántos más habrá como ella ? jamás lo vamos a saber; pero creo que cuando los encontremos es un regalo que Dios nos entrega. Ojalá seamos capaces de descubrirlos porque no son noticia y su actitud puede pasar desapercibida. Mas aun en medio del ruido de fanfarrias e imágenes de logros y magnificencias inútiles y banales.
Les deseo muy sinceramente que ojalá se encuentren alguna vez alguien como la hermana Carmencita. Tenemos mucho que aprender de ellos.
Un fraternal abrazo de Paz y Bien
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